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YUCAAN
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
La muerte del espíritu navideño sucedió hace muchas décadas. Ahora nuestro espíritu es un simple espíritu consumista . En esta sociedad demostramos nuestro afecto a los demás obsequiándolos con el mejor regalo. Esto es, que mientras más costoso y exclusivo sea el regalo más querremos a quienes se lo obsequiamos. Y la publicidad es una de las principales armas utilizadas por el vendedor, creando así una falsa necesidad de su producto. Cegados por esta publicidad agresiva y por la sociedad consumista en la que estamos inmersos engordamos a LA BESTIA a base de compras innecesarias, realizadas al sugestionarnos con una falsa necesidad creada o simplemente por coincidir con una estúpida fecha. Esta bestia, cada día más grande, es una de las grandes causantes de los males de la sociedad en la que vivimos, como la desigualdad, la explotación, la insolidaridad… Del producto a comprar no sabemos apenas nada, ni quién lo realizó o en qué condiciones lo hizo, cuál es su plusvalía, etc. Lo que sí sabemos es que la gran mayoría, directa o indirectamente, proviene de centros de explotación humana como China, India o el Sudeste Asiático, es decir, lo que ahora le llamamos sutilmente “ países emergentes ” –antes eran “ países esclavistas ”-. Y cerramos nuestros ojos ante tal injusticia al trasladar estos centros de producción fuera de nuestro “ amado país ”. Así nos ponemos una venda en los ojos y no vemos la otra cara del producto adquirido . Otra consecuencia de este gran consumismo es el brutal coste natural que supone, agotando las fuentes de materia prima y maltratando una naturaleza cada día más maltrecha. Hasta que esta naturaleza diga basta y explote. Atengámonos entonces a las consecuencias. Ya, para finalizar, tan solo me resta deciros “ FELICES GASTOS Y PRÓSPERO ARMAGEDÓN FINAL ”, sabiendo que el producto que compréis en unos meses ya será inútil, y acudiréis a comprar la nueva versión de su “ mierda 2.0 ”.
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
Muchos de los que tenemos animales de compañía, especialmente perros y gatos, hemos dicho con orgullo “ tan solo les falta hablar ”. Y es que hay animales de compañía, en particular los mamíferos superiores, que en muchos aspectos se asemejan a los humanos. Es más, me atrevería a decir que en algunos de ellos incluso nos superan. Incluso científicos y naturalistas aseguran que el delfín y el chimpancé son los animales más inteligentes que hay y, además, son los únicos que son capaces de reconocerse ante un espejo. Pero, ¿somos diferentes a ellos en algo? ¿Qué es lo que nos separa? Para saber más sobre el concepto de alma, como siempre, es imprescindible saber su etimología . La palabra animal viene del latín “ ánima ”, que significa con vida. Esta palabra era usada para designar el principio por el cual los seres animados estaban dotados de movimiento propio. Por consiguiente, según la raíz de este vocablo, tanto los animales como los seres humanos estarían dotados de alma.
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
Eran las… da igual la hora que era. Mario estaba tumbado en una cama del hospital central de su ciudad. Todo en él eran agujas y conexiones a máquinas que le mantenían vivo, que prolongaban su agonía. No podía hablar, no podía expresarse, no podía sentir, no podía hacer absolutamente nada salvo pensar. Y eso era precisamente lo único que la enfermedad no le había arrebatado, lo único que le quedaba de humanidad, lo que le distinguía de un simple vegetal: sus pensamientos. Siempre había sido una persona reflexiva, introvertida y con una gran fuerza en sus convicciones; y eso fue lo que le hizo no caer en la desesperación y aceptar su situación como algo inevitable. Mario sabía que sus días estaban contados. Desde que en abril le diagnosticaron un tumor cerebral, el médico le había dado unos meses de vida, un año a lo sumo. Al principio fue un golpe terrible, pero poco a poco empezó a asumirlo. Su mujer y sus hijos habían sido su mejor apoyo para digerir ese plato de mal gusto. Durante los dos primeros meses de su convalecencia su desmejora había sido poco visible, paulatina, pero últimamente, su cuerpo había ido fallando cada vez más y más hasta que un buen día dijo basta y tuvieron que ingresarlo en la unidad de cuidados intensivos. Estaba ya prácticamente en fase terminal. Él sabía que le quedaba muy poco. Estaba tan débil que solamente podía utilizar su cerebro. Pensar era lo único que podía hacer en esas cuatro paredes de un aséptico hospital. No sabía cuánto tiempo llevaba allí porque no podía ver, oír o sentir. No distinguía la noche del día, el sueño de la vigilia. Pero su mente todavía respondía con agilidad, mientras que, por el contrario, su cuerpo se consumía como una vela que está a punto de apagarse. Y Mario, mientras tanto, pensaba, y pensaba, y pensaba, y pensaba, y pensaba… “ Creo que el mejor invento de la vida es su antónimo, la muerte –se dijo a sí mismo- . Sí, porque es el final de un principio. Y el camino que nos lleva a ella es el que debemos recorrer" . " Y, digo yo –continuó pensando-, si es algo inevitable, si es una consecuencia lógica de la vida, ¿por qué no nos han enseñado nunca a morir? ¿Por qué la muerte está tan estigmatizada en nuestra sociedad? La hemos dejado a un lado. Nos hemos olvidado de ella, cuando realmente ella nunca se olvida de nosotros. Es lo más natural del mundo y, sin embargo, todos la tememos y la evitamos ". " Puede ser que la gran diferencia existente entre nuestra cultura actual y las primitivas estribe en que nosotros la hemos apartado de nosotros, mientras que las culturas primitivas y nuestros antepasados aprendían a vivir con ella ". " Lo que hemos hecho –siguió preguntándose- ha sido apartarla de nuestra vida cotidiana. La hemos encajado en los medios de comunicación (las guerras, los enfrentamientos, los conflictos, los asesinatos…) si era ajena a nosotros, o la hemos enclaustrado en los hospitales si nos tocaba directamente (la muerte de familiares y allegados por vejez o enfermedad…). Hasta no hace mucho, las personas morían en sus casas, rodeadas de sus familiares en un ambiente cercano y hogareño. Y aquí estoy yo, solo, rodeado de aparatos infernales que no hacen más que prorrogar mi sufrimiento, sin poder estar junto con mi familia, sin sentir el calor de los míos ". " La muerte es, aunque no lo queramos, algo tan consustancial a nosotros que es indisociable de nuestra condición. Es algo que queremos enajenar de nuestra cotidianidad pero forma parte de nuestra naturaleza ". " ¿Qué sería de nuestros valores si no muriésemos? –se cuestionó como si estuviese dando una de los coloquios que estaba habituado a realizar por su trabajo-. Somos un principio y un fin. E intentamos perpetuarnos en nuestros hijos, o, al menos, perpetuar nuestros valores, ideologías y esperanzas en ellos. Quizás la paternidad-maternidad sea eso: perpetuarnos indefinidamente. Es la forma más sencilla de alcanzar la inmortalidad: perpetuarnos en la mente de los demás ". " Aunque la gran mayoría de la población somos creyentes (islamismo, cristianismo, judaísmo, animismo, budismo, confucionismo…) en muy pocas sociedades se celebra la muerte como un acontecimiento festivo. Si existe algo después y, por lo general, ese algo es mejor, ¿por qué no nos alegramos de que nuestros seres queridos hayan logrado acceder a ello? ¿Por qué no me alegro yo de estar a punto de conseguirlo? Puede que no estemos tan seguros de ello, ¿o sí? –se dijo con firmeza, como si estuviese esperando despertar el interés de un público imaginario-". " Creo sinceramente que, al final de nuestros días, si echamos la vista atrás, debemos estar contentos de haber tenido una vida plena y fructífera. Una vida en la que nos hayamos sentido orgullosos de vivirla. Y ese puede que sea el sentido de la muerte: la conclusión de todo un proyecto. Y, ¿a quién no le gusta terminar bien lo que ha empezado? Yo estoy plenamente orgulloso de mi vida y eso es lo realmente importante. " " Sintámonos orgullosos, por tanto, de nuestra muerte si hemos conseguido realizarnos en vida, si hemos sido unas personas generosas, si hemos dejado huella en nuestros seres queridos, si, en definitiva, hemos conseguido que nuestros allegados nos recuerden con el corazón, no con la cabeza. Entonces podremos exclamar sin ningún género de dudas, ¡VIVA LA MUERTE!, ¡VIVA LA MUERTE!, ¡VIVA LA MUERTE!, ¡VIVA LA MUERTE!... ”. De repente, algo cambió en la mente de Mario. Él ya no era él y su cuerpo ya no le pertenecía. Acto seguido, sonó la alarma de su monitor. Los médicos acudieron rápidamente e hicieron todo lo posible por reanimarlo. Pero Mario, a sus cuarenta y cuatro años, ya estaba muy lejos, aunque físicamente continuara allí. Estaba en el corazón de su familia, en el de sus amigos, en el de su mascota, incluso en el de quienes no habían sintonizado nunca con él. Estaba en todos los sitios y en ninguno a la vez. Era una situación indescriptible. Él forma parte de todo y todo forma parte de él. “ ¡Sí, ahora puedo asegurarlo! –exclamó sin voz pero con toda su alma-: ¡Existe otra vida después de la muerte! ”. Y en esos momentos dio gracias a Dios por la vida que había llevado, por haber disfrutado de ese don tan preciado pero tan breve. Todo le había quedado meridianamente claro nada más abandonar el lastre de su cuerpo: EL VERDADERO SENTIDO DE LA VIDA ERA LA PROPIA MUERTE .
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
¿Qué es lo que diferencia al ser humano del resto de animales que pueblan el planeta? Unos dirán que muchas cosas y otros dirán que pocas. Lo realmente cierto es que los científicos aseguran que la diferencia genética es mínima entre nosotros y un chimpancé, por ejemplo. Pero son precisamente esas pequeñas variaciones las que nos hacen ser como somos. Me gusta mucho ver los documentales de la vida salvaje que dan por la televisión. Todos los animales y, en general, los seres vivos, se comunican entre ellos e interactúan con el medio que les rodea. Evidentemente, a mayor desarrollo del cerebro, la comunicación es más compleja. Algunos poseen incluso una comunicación verbal nada desdeñable como los cetáceos, los primates o los delfines. Pero ninguna es comparable al lenguaje humano. La complejidad de este tipo de comunicación es tal que ningún animal ha logrado jamás crear un arma de comunicación tan potente y efectiva como la nuestra. Y si el lenguaje humano es complejo, qué decir de su plasmación por escrito en un soporte físico. Eso podría considerarse otro paso brutal en la evolución de la comunicación. Tanto el lenguaje oral como el escrito forman parte de lo que se llama comunicación verbal .
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
En estos tiempos tan difíciles, a la gente honesta tan solo nos queda refugiarnos en el seno de nuestra familia. La familia, como institución es, de largo, la única que no está en crisis. Iglesia, ejército, monarquía, países, agrupaciones políticas o sindicales, organizaciones empresariales o grupos bancarios se han ganado a pulso que ningún ciudadano con dos dedos de frente se fíe de ellas. Pero no de ellas, sino de quienes las dirigen. ¿Por qué? Pues sencillamente, porque quienes están en sus puestos clave suelen ser los menos adecuados y los menos capaces. El sistema de ascenso en estas estructuras no es por méritos, sino por enchufes, simpatías, intereses, afinidades, consanguineidad, peloteo… Así, los más capaces suelen ocupar puestos en la base, sosteniendo tanto la organización como a sus dirigentes. En definitiva, que el ascenso en estos sistemas piramidales no es justo ni equitativo. Y, por si fuera poco, los inútiles que las gobiernan las guían hacia el precipicio, anteponiendo el beneficio propio al común. Algunas de estas instituciones tienen miles de años de historia pero ninguna de ellas ha sido capaz de darnos la protección y cariño que nos ha ofreció, ofrece y ofrecerá la familia en sus múltiples variantes. Y, aunque el concepto de familia haya variado estos últimos años, el fin sigue siendo el mismo: impedir que el ser humano esté solo. Pocos son lo que aseguran de corazón que prefieren estar solos. Incluso los solteros más recalcitrantes o aquellos a quienes tildamos de antisociales tarde o temprano sienten necesidad de relacionarse con los demás y de confiar en alguien, ya sea en el trabajo, durante sus ratos de ocio o en cualquier otra situación.
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
Un familiar mío es apicultor -entre otras cosas-, y un día me habló de la inteligencia colectiva de las abejas . Decidí bucear un poco en internet y en diversas publicaciones y, la verdad, es que es un mundo apasionante. Las abejas en particular, y cualquier animal colaborativo en general, como las hormigas las avispas, las termitas… poseen lo que se llama INTELIGENCIA COLECTIVA. Gracias a ella toman decisiones que siempre benefician al grupo en detrimento del individuo . En su mundo, lo esencial es la comunidad. Todo se hace en pro de ella. Y a ese bien común se supedita el bien individual. Incluso no dudan en sacrificar sus vidas para que la comunidad pueda seguir subsistiendo. Paradójicamente, la reina –en teoría, el elemento más importante de la colmena- no toma ninguna decisión; sino que es el colectivo de abejas obreras que la rodean, las que deciden por ella: si es necesario trasladarla, los huevos que ha de poner, el tipo de abejas que han de salir (zánganos, obreras, reinas…), etc. Es, precisamente, todo lo contrario a nuestra sociedad supuestamente “ superior ”. Quienes están en el poder se creen insustituibles y toman decisiones que tan solo les benefician a ellos, a la banca, a las multinacionales o a otro tipo de instituciones, pero nunca al pueblo. Con toda seguridad, la inteligencia colectiva de estos seres diminutos está mucho más desarrollada que la nuestra. La frase de “ todo por y para el pueblo ” se ve claramente reflejada en estos animales. El día en que nosotros seamos capaces de desarrollar una inteligencia colectiva real y verdadera será cuando nuestra sociedad evolucionará a cuotas de desarrollo superiores. ¿Por qué no sería posible esto? ¿Se “ deshumanizaría ” la humanidad? No se sabe. Pero lo que pasa en realidad es que diversos grupos de presión y de intereses creados han asociado este tipo de inteligencia a un ente “ diabólico ” o “ extraño ” que impide el desarrollo individual de la persona y que nos han ido inculcando en nuestras mentes. Nunca nos han hablado de sus beneficios. Incluso en muchas películas de ciencia ficción nos han hecho temer a este tipo de inteligencia. Claro ejemplo de ello es “ La invasión de los ladrones de cuerpos ” (1956) de Don Siegel . Esta obra clave de Siegel está basada en la novela de Jack Finney titulada “ Los ladrones de cuerpos ”. En ella, los alienígenas se apropian de la mente de cuerpos humanos en una pequeña localidad norteamericana. Es toda una alegoría sobre la deshumanización y la intrusión ideológica en una acomodaticia comunidad. Puede que a la clase dominante le interese que todo siga igual y que las decisiones se sigan tomando en beneficio de una oligarquía instaurada desde tiempos inmemoriales en nuestra sociedad. Esto de la “ inteligencia colectiva ” no les interesa porque su poder y sus privilegios se desvanecerían por completo. Por eso dicen: ¿qué SERÍA del pensamiento humano, del arte, de la literatura, de la ciencia, de la religión, de la cultura…? Sinceramente, no lo sé. Pero, por el contrario, ¿qué NO SERÍA del hambre, de la desigualdad, de la muerte indiscriminada de seres humanos, de la violencia gratuita…? A lo mejor sería necesario poner en los dos platos de la balanza unos y otros aspectos de la vida y decidir por cuál nos deberíamos decantar. ¿O es posible una solución intermedia? Lo que sí es cierto es que, desde que el hombre es hombre, desde el inicio de la civilización, no se ha podido erradicar la parte negativa de nuestro cerebro, ni tan siquiera llegar a una solución intermedia. Algunos de estos animales, ya lo lograron, evolutivamente hablando, hace millones de años. Y sus sociedades son tan perfectas que no necesitan ser modificadas, ni evolucionar hacia otros comportamientos individualistas. Si el ser humano es un ser social, ¿por qué nos comportamos de una forma tan injusta entre nosotros?
Por Antonio Sanchez Sillero 31 oct, 2019
Todo surgió un día que quise explicarle a mi hijo por qué no podíamos comprarle un teléfono móvil. Le comenté que los gastos de casa eran muy elevados y los ingresos no tanto, así que no se lo compraría hasta que tuviese 14 años -ahora tiene 12- y la economía doméstica mejorase. En ese momento se me encendió la luz y me dije: ¿Por qué no haces vídeos sobre temas cotidianos que puedan valer a todo el mundo? Y, dicho y hecho, empecé con el primer vídeo “ Gastos de un hogar cualquiera ”. Uno siguió a otro y, al llegar a los 25 editados, decidí juntarlos en una web. Como todo lo relacionado con la enseñanza y la investigación siempre me ha gustado, emprender este proyecto es para mí una afición más que un trabajo. A un@s les gusta el fútbol y otr@s prefieren salir de fiesta; pues a mí me gusta estar en casa “ bicheando ” en la web y aprendiendo cosas nuevas. Además, al publicarlo en internet, mi objetivo principal es compartirlo con tod@s aquell@s que necesiten información clara y rápida sobre los temas más variados posibles que pueden ser de interés en el día a día. Se trata de temas muy diversos y, para su mayor facilidad de búsqueda, los he decidido agrupar en 5 grandes áreas temáticas, según su afinidad: Administración-Legislación, Economía-Finanzas, Educación-Trabajo, Familia-Hogar y Vehículos-Viajes. El motivo de compilarlos es que, de momento, hay una treintena de temas, pero poco a poco voy a ir aumentando la cantidad. Si os gusta y lo veis interesante, compartidlo con los demás en las redes sociales. Me doy por satisfecho si consigo ayudar a quien lo necesite. Desde mi humilde opinión, acepto sugerencias para nuevos temas y mejoras sobre los ya publicados. No os cortéis y comunicaos conmigo mediante el apartado “ contacto ” de la web. Y éste es el origen de YUCAAN. Por cierto, el término inventado por mí viene de unir las palabras inglesas YOU CAN (tú puedes) para posteriormente “ castellanizarla ”. Se trata de un “ guiño ” al poder que todos tenemos dentro. Todos tenemos en nuestro interior un potencial enorme que podemos aprovecharlo. Tan solo hace falta creérnoslo. Y, desgraciadamente, el sistema educativo que tenemos no nos ayuda a ello. En la escuela nos enseñan muchas cosas que no nos van al servir en el futuro, salvo que nos vayamos a dedicar profesionalmente a esa materia en concreto. Y no es precisamente culpa del profesorado, sino del sistema educativo. Si los profesores pudiesen adaptar el sistema educativo, otro gallo cantaría. Espero que os sirva de ayuda. Un abrazo y hasta otra.
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